El 1 de octubre del 2019, Santiago Leyes Vence (Ourense, 1979) era elegido presidente del Colegio de Farmacéuticos. Llegaba con muchos planes y el equipo estaba empezando a rodar cuando irrumpió la pandemia del coronavirus, apenas seis meses después. Y las prioridades cambiaron por completo.
—Fue una situación crítica que pone en segundo puesto lo relacionado con los planes del colegio como junta de gobierno en esta legislatura, aunque la esencia de nuestro trabajo se mantuvo. Parafraseo a mi compañero, el presidente del colegio de Sevilla, Manuel Pérez, que nos decía en el congreso mundial: «Se nos pidió mucho y lo dimos todo». Yo añado: Y seguimos dándolo todo y a disposición del paciente y de las autoridades sanitarias para seguir mejorando y ofrecer más.
¿Qué destacaría de lo hecho en la pandemia?
—El papel que hizo la farmacia comunitaria como un agente más en salud pública. Participamos en los cribados de test de anticuerpos, fuimos pioneros en Ourense a nivel de España. Cuando se empezó a abrir un poco la mano de restricciones y gracias a la capilaridad que tiene la farmacia, poníamos a disposición de la ciudadanía test de antígenos para una prueba de autodiagnóstico por el paciente, y nosotros emitíamos un comunicado que permitía a los ciudadanos acceder a ocio nocturno y hostelería. En muchos casos el farmacéutico es el profesional más cercano, con mayor disponibilidad y más accesible para el ciudadano. Se presta un servicio que ha sido esencial en la pandemia. Todos los ciudadanos tenían un farmacéutico cercano y disponible. Todo el mundo tiene en mente que en la farmacia no hay colas, no hay esperas, y hay el consejo de un profesional que siempre es muy útil, ayuda al paciente. Por parte de la Consellería de Sanidade pedimos que tenga en cuenta favorecer a la farmacia rural, que en algunos casos están en riesgo de viabilidad económica comprometida.