Los hurtos y la drogadicción son dos fenómenos que muchas veces suelen ir unidos. Los drogodependientes se ven abocados a delinquir para conseguir el dinero con el que aliviar su síndrome de abstinencia. A falta de estudios que muestren la evolución de la incidencia de las drogas en la población, puede resultar sintomático que en farmacias de Teis se estén vendiendo más jeringuillas fuera de los horarios habituales de apertura al público. «En las guardias de noche las he vuelto a vender. No es un dato objetivo porque solo estamos dos farmacias abiertas, pero llevaba mucho tiempo sin hacerlo», señala Marta, responsable de una farmacia de Sanjurjo Badía. El establecimiento también sufre hurtos con frecuencia por parte de clientes que entrar con alguna receta y se acaban llevando sin pagar algún producto de los mostradores, como cremas o mascarillas de tratamientos faciales. «Nos damos cuenta cuando queda el hueco y comprobamos que no ha habido ventas», señala esta farmacéutica. De hecho, hay productos que han retirado de sus estanterías porque saben que «desaparecen como por arte de magia».
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